jueves, 29 de noviembre de 2012

El que necesitamos

  Que gobernar no es fácil ya lo dijo Rajoy hace unos días a la vez que se esforzaba por hablar idiomas:


   Que una cosa es hacer oposición y otra bastante más complicada es tener mando en plaza, ya se habrá percatado. Y de paso ha admitido públicamente, en un inglés que entienden hasta los marcianos, que no es sencilla la tarea. O al menos no como decía su predecesor en el cargo, que afirmaba que cualquiera podía se presidente del gobierno, con lo fácil que era...

    El problema (y no sólo de nuestro país) es que las grandes cabezas pensantes que otrora gobernaron el mundo ahora no se arriman a la política, y claro, dejan mucho hueco para que por ahí se cuelen los inútiles sin una pizca de sentido de estado, que es lo que nos hace falta en estos tiempos, bastante más que hablar inglés o entender de economía. Muertos Fraga y Carrillo, retirado Miguel Roca, abrumado Jordi Pujol por las faltadas de su hereu, con Felipe González saliendo en el Hola y Adolfo Suarez viajando por el hiperespacio el saldo de hombres de estado en nuestro país (e insisto en otros muchos países también) se nos ha quedado a cero. Lástima.

   Nos hace falta un tipo de ser humano que a día de hoy no se da y quién sabe si se dará alguna vez más en la historia. Alguien que simplemente crea que" la patria es sinónimo de justicia y libertad para todos", no hace falta añadirle más versos al credo. Alguien que esté viajado, leído e instruído, y a ser posible que esté al borde de la cincuentena, porque me dice la experiencia (y mi propia cincuentena que se va acercando) que antes de esa decena a uno no le ha dado tiempo a asimilar lo mucho que te puede enseñar la vida, simplemente por vivirla. Alguien que tenga buena pluma: quien escribe bien está acostumbrado a ordenar sus ideas antes de ponerlas en un papel, y a pensar antes de escribir o de hablar, que es importante. Los profesores están bien colocados en esta carrera, y si han hecho una tesis doctoral, que obliga a dedicar muchas horas de estudio a un sujeto casi siempre intrascendente, aún mejor.

    Alguien que se haya dado cuenta que "apelar a la unidad indisoluble de España cuando una parte añora estar disuelta" es un esfuerzo inútil. Alguien que piense que "los hombres y las mujeres son ciudadanos, y que el rango de ciudadano se conquista con méritos y buen comportamiento", porque hay mucho energúmeno que no se lo merece aunque desciendan de la pata derecha del Cid. Alguien que tenga claro que "la religión no puede exceder los límites de la conciencia personal y no puede ser un elemento constituyente del estado". Y de paso, que también tenga claro que el gobierno de la "res pública" (no forzosamente de la república) no debe caer "en manos de pandillas políticas". Alguien que, llegado el momento sepa apartarse de un poder que no le pertenece sino que un pueblo soberano (o incluso sólo una parte de éste, que fueron los que le votaron)  puso en sus manos, enemigo de guerras y enfrentamientos que sólo traen "destrozo que añadir a tantos males"...porque " todos somos hijos del mismo sol y tributarios del mismo arroyo".

    Todos los entrecomillados son de ese hombre que nos haría falta ahora pero que, desgraciadamente, se murió en 1940. Se llamaba Manuel Azaña, fue el último presidente de la República antes de la victoria de Franco, un gran hombre y un gran político. Si quieren saber de estas y otras perlas que salieron por su boca léanse sus diarios ("Manuel Azaña, diarios completos: monarquía república, guerra civil"; Ed. Crítica, Madrid 2000); si les da pereza, léanse simplemente la entrada correspondiente de la Wikipedia; con eso basta para darnos cuenta que es el hombre que España necesita y no encuentra...qué pena de clonación, a veces qué útil sería!

    Y para terminar mi favorita de entre sus muchas citas:
"si en España cada uno hablara de lo que sabe y sólo de lo que sabe, se haría un silencio tal que todos podríamos aprovechar para estudiar"...Y eso que el señor Azaña no conoció el fenómeno tertuliano televisivo...ni Intereconomía, ni a Jiménez Losantos...y pensándolo bien quizás el dicho me lo tenga que aplicar yo también a mi misma!

domingo, 25 de noviembre de 2012

Economía para menos que preadolescentes

   Hace un año, escribí una entrada titulada "Economía para preadolescentes" donde intentaba con ejemplos más o menos gráficos mostrarles la manera de contarle la crisis a mi hijo de doce años. Un año después la crisis sigue siendo crisis, y mi hijo sigue siendo un preadolescente; Grecia sigue al borde de la bancarrota aunque con otro gobierno, España flirteando también con ese bordillo resbaloso de la quiebra (y también con otro gobierno) y ahora es mi hija pequeña quién pregunta por la crisis y sobre todo por Grecia, los griegos, y sus deudas, que parece que es algo que le interesa particularmente.

   Me decido a emplear un ejemplo colegial. Pongamos hija, que en tu clase hay una niña manirrota convicta y confesa, de nombre Pepi (sí ya se que las niñas de hoy no se llaman Pepi, pero sigan leyendo) que gasta a espuertas, se compra todo tipo de chorradas y le pega sablazos a toda la clase, a la que le debe ya  hasta las pestañas. Pepi no es la única dispendiosa, porque hay otras dos, Luci y Bom que también derrochan, pero son hijas de buena familia y tienen la economía un poco más saneada, por eso la gente no les tiene tanta ojeriza. En cambio la pobre Pepi ya ni sabe cómo salir del lío en el que se ha metido, por comprarse con dinero prestado un móvil de última generación cuando no tenía ni para pipas, por pedir prestado a derecha e izquierda aunque fuera para financiarse un regaliz rojo, porque que cada domingo cuando llega la paga, por un lado entra y casi por el mismo lado sale.  Pepi es buena chica y simpática, y eso le ha salvado de que hasta ahora no le hayan partido la cara. Luci y Bom miran para otro lado porque saben que cuando Pepi caiga, las siguientes serán ellas.

    Pepi estudia en un colegio público donde hay gente de varios credos y nacionalidades. Ella teme que le vayan con el cuento a sus padres, porque entonces éstos, que no van sobrados de fondos, le van a cortar el grifo y a ver cómo financia ella sus gomas del pelo y sus chupachups...y ese día llega. Una de las niñas acreedoras es la hija de un pastor protestante de un país cercano al polo norte que está harta de pedirle cada día a Pepi el euro que le debe desde hace meses y se chiva a los padres. Pepi descubre que, el catolicismo, como religión, es la más conveniente para tener deudas: lo dice el Padrenuestro ("padre perdónanos nuestras deudas" hasta que los banqueros presionaron para que se cambiara por "perdónanos nuestras ofensas") y además si cometes una fechoría vas, te confiesas, te arrepientes y después borrón y cuenta nueva, el perdón existe. Los protestantes , ay! no conocen el perdón y son capaces de cargar con sus culpas hasta el fin de sus días, así que para qué perdonar...

    Se acabó la vida deudora de Pepi y a partir de ese momento toda la clase,  quiere que le devuelvan el euro prestado y lo quieren ya, lo cual es imposible porque  los euros prestados a Pepi ya hace mucho que se evaporaron. Y encima algunos quieren un euro y medio, por una cosa rara que ellos llaman "interés".  Nadie se molesta en enseñarle a esta pobre criatura cómo administrar mejor sus capitales, sino que todos se limitan a dejarla castigada sin paga y sin merienda y a avergonzarla públicamente una y otra vez, visto que los dineros son irrecuperables.

    Mi hija me dice: " y si el dinero ya no está, y sus padres no pueden pagar por ella, por qué no le perdonan la deuda antes de que se haga más gorda y ya está...la próxima vez que Pepi toque un euro quizás con ayuda y más control aprenda a gastarlo mejor"....En la boca de los niños está la verdad,  fue un tal Jesucristo quien lo proclamó y el Evangelio, creo que aún es común con los protestantes. Rectificar es de sabios, perdonar de seres humanos y meter la pata y no admitirlo, un vicio universal. Y si Pepi no fuera una niña sino una administración pública y se llamara Grecia (o España, o Portugal) quizás con una dosis de perdón bien entendida volvería a encarrilarse. Feliz semana para todos.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cómo están ustedes?

    Desde hace dos días tengo mi muro de Facebook tomado por asalto por los nostálgicos gracias a la muerte de Miliki. Incluso hay quién me ha pedido encarecidamente  que escriba algo al respecto, y aunque yo también insisto en que ésto no son los discos solicitados, al final cedo porque como tema para  escribir en estos días  no quedan más que los desahucios (ya lo hice) o Artur Mas (no creo que lo haga) y porque se supone que Miliki fue una figura esencial para la generación Nocilla a la que pertenezco. Ahora bien,  les advierto, será una más de mis rarezas, pero la verdad es que la muerte de Elizabeth Taylor el año pasado o la de Chavela Vargas me conmueven más, y si nos remontamos en el tiempo, la de Lola Flores o la de Frank Sinatra, y si nos proyectamos en el futuro, lloraré como una magdalena el día que se muera Julie Andrews y juro que cantaré "Supercalifragilisticoexpialidoso" durante 24 horas seguidas, porque ella sí que es parte auténtica de mi infancia.

   Ya les digo, yo fui una niña rara a la que no le gustaban demasiado los payasos de la tele, aunque cuando operaron del corazón a mi abuelo y coincidió con Fofó que se estaba muriendo en el mismo  hospital bien que me encargué de pregonarlo a los cuatro vientos, aunque yo a Fofó moribundo no lo vi ni en pintura. Los payasos salían en la tele a la hora en la que yo  hacía mis deberes y, además, mi madre les tenía cierta aversión porque decía que lo rompían todo. Se me quedaron grabadas, eso sí, muchas de sus canciones, que después Miliki reeditó a principios de este milenio y que yo durante los primeros años de mi vida de madre trabajadora utilicé como banda sonora para calmar a mis criaturas en los atascos mañaneros camino de la guardería...entiendo que le dieran un Grammy a Miliki por la versión de "Feliz, feliz en tu día" cantada al alimón con Celia Cruz, pero entiendan ustedes que después de haberla oído dos veces al día, cinco días por semana durante dos o tres años, yo haya llegado al punto de saturación con este género musical.

   Al César lo que es del César, Miliki tenía cara de buen tipo y probablemente lo fuera, uno de esos hombretones de bien a los que le confiarías un buen rato a tus hijos, aunque el rato sea televisivo. No es poca cosa, cuando vemos lo que hacen a veces aquellos que pasan horas con nuestros herederos:  véase el caso de los karatecas canarios y, siguiendo con el deporte,  véase el caso de Anna Tarrés, la exitosa entrenadora de la natación sincronizada, a quien le daremos el beneficio de la duda, pero que resulta que no sólo buscaba a niñas de barrio periférico para convertirlas en sirenas de piscina olímpica, sino que resulta que lo conseguía siendo una buena mezcla de la señorita Rotenmeier (la de Heidi para los no iniciados) Himmler en versión catalana y un sargento chusquero del ejército de tierra. Yo a Miliki le hubiera dejado a mis hijos sin dudarlo, con suerte habrían aprendido a tocar el acordeón, que él lo hacía maravillosamente; y con menos suerte se habrían aprendido de memoria "un barquito de cáscara de nuez" algo que yo no conseguí a su debido tiempo por más que insistí. Aunque en descargo de ellos diré que a día de hoy, y por mucho que insistan, no pienso aprenderme ninguna canción de Selena Gómez ni de ningún rapero millonario.

    Descanse en paz Emilio Aragón, padre de Emilio Aragón hijo, que iba para cómico importante y se dedicó a hacer pasta y nos perdimos al que hubiera sido nuestro Bing Crosby nacional (recuerda alguien su programa de la noche de los domingos, aquel hombre que caminaba sin desmayo detrás de una línea amarilla?)  yo no pensaba escribir sobre Miliki, pero ya ven, una se debe a sus lectores...

domingo, 18 de noviembre de 2012

Fuego!

    Como el saber no ocupa lugar, esta semana he hecho un curso de cómo apagar fuegos y prestar ayuda en el lugar de trabajo en caso de incendio. La burocracia lo llama "equipos de primera intervención", el vulgo: bombero de primeros auxilios. Para que vean todos aquellos que piensan que los funcionarios somos una panda de vagos recalcitrantes que nos instalamos cada mañana detrás de las ventanillas y mostradores para navegar por Facebook, leer el periódico, echar la Primitiva y decirle al público que le falta una fotocopia en su expediente. Para que vean, digo: somos personas polivalentes e incluso capaces de acercarnos a oficios que nada tienen que ver con el nuestro.

     Resulta que una trabaja en edificios peligrosos (por altos, anchos y llenos de moquetas y de electrónica) que necesitan permanentemente de una especie de retén de bomberos aficionados dispuestos a realizar intervenciones de poca monta para lo cual es necesario saber manejar un extintor, caminar por un pasillo a oscuras y lleno de humo y ayudar en operaciones de evacuación. Para una servidora aprender todo ésto ya es vivir peligrosamente, habida cuenta de que ni juego a la bolsa, ni esquío, ni viajo a repúblicas bananeras ni me gustan las montañas. Huyo del peligro como de los bichos de plumas, que es la única fobia que declaro públicamente.

   Y ahora viene lo bueno: resulta que el famoso tópico de los bomberos, descritos como hombretones fornidos, macizos (digámoslo claramente) altos guapos y deportivos es...verdad! Como lo fue en otro tiempo el tópico de butanero. O si no, ya es casualidad que de cuatro bomberos instructores que nos han dado el curso, tres fueran modelos de revista y el cuarto feo de cara y algo menos de cuerpo. Y por si fuera poco, buenos instructores, claros en sus explicaciones,  gente amable y risueña y muy poco pagados de sí mismos. Ante nuestra insistencia en tratarlos como héroes uno de ellos nos dejó esta perla que les transmito para que la analicen: "no somos héroes, sino profesionales de un oficio arriesgado; los héroes lo son siempre por casualidad". Ustedes pensarán que padezco el síndrome de Estocolmo en versión bombera, pero ya me dirán cuantas veces en su vida se cruzan ustedes con  tipos como éstos con tiempo suficiente para charlar con ellos. Francamente, es más fácil encontrarse en la cola del supermercado o en un sarao cualquiera con un tonto, un banquero o hasta un pervertido sexual (o una combianción de los tres factores) antes que  con un bombero. Lo digo para que comprendan mi fascinación.

   Y para terminar, un poco de cine, que hace mucho que no les dejo ninguna imagen. "El coloso en llamas" película de 1974, yo la vi en el cine con mi padre (aún lo recuerdo) que raramente iba al cine y que me dijo a la salida "hija, vámonos a tomar algo a un bar que ver tantas llamas da sed"...desde entonces la habré visto unas cinco veces más en la televisión y les aseguro que después de la experiencia bombera, la voy a alquilar para verla de nuevo, seguro que con otros ojos! Por cierto, el capitán de los bomberos era Steve MacQueen...volviendo a lo del tópico...



    Claro que si prefieren otra imagen más evocadora les dejo con ésta, de "La danza del fuego" de Falla, sacada del la película de Saura "El amor brujo", por si Steve MacQueen no les basta, les dejo con Antonio Gades, y feliz semana que empieza dentro de un rato.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Perder es cuestión de método

    Una vez cada cuatro años los Estados Unidos eligen presidente, y una vez cada cuatro años siento una profunda envidia de ellos, sobre todo cuando veo al candidato derrotado admitiendo que ha perdido las elecciones, felicitando al vencedor, poniéndose al servicio del nuevo presidente y terminando el discurso con el tradicional "que Dios bendiga América"; incluso admitiendo una elevada dosis de hipocresía en todo ello, sigo admirando esa capacidad para perder, reconocerlo y felicitar caballerosamente al vencedor. Sobre todo si lo comparo con lo que veo en mi madre Patria; recuerdan en el 2008 a las huestes peperas en la calle Génova, recién perdidas las elecciones gritando "Zapatero dimisión" (cómo iba a dimitir si acababa de ganar las elecciones...) y recuerdan más recientemente el año pasado al inefable Rubalcaba con aire de decir que con él no iba la cosa, declarando que "el pueblo español ha decidido depositar su confianza en otros"...bonita manera de decir sin decirlo "nos han mandado a tomar por"...el caso es no admitir claramente el hecho: hemos perdido, frase que a los políticos les produce estreñimiento. 

    Mitt Romney ha perdido las elecciones que en algún momento pensó que tenía ganadas y tardó noventa minutos en salir a la palestra para reconocerlo, y ya sólo por esa hora y media de retraso le ha llovido alguna crítica. En el patio de mi casa la gente está perdiendo sus casas, sus dientes por falta de dinero para arreglarlos, sus hospitales y sus colegios, cuentan los parados por millones y nadie no sólo admite una mínima parte de responsabilidad en ello sino que además, en esta semana, forzados por dos suicidios a promulgar una ley de urgencia contra los desahucios, nuestros prohombres se resisten a entenderse y a este paso, la ley se quedará en agua de borrajas.

   Qué fue primero el huevo o la gallina? Quién le dijo a toda esta pobre gente que podían comprarse una casa con un crédito al 3 % durante cuarenta años? el banco. Y quién le dijo al banco que diera esos créditos? la política económica de los sucesivos gobiernos desde 1996 (así los pringamos a todos) que veía en el ladrillo una oportunidad de dinero fácil. Y a quién le interesaba que los pobres (mayormente inmigrantes) se endeudaran? a todos, porque así el dinero circulaba por España en forma de crédito y no se marchaba al Ecuador o a Marruecos en forma de remesas. Y quién podía parar todo ésto y no lo hizo? el poder legislativo, que por turno ejercieron en todos esos años los dos partidos que ahora, lo quieran o no están condenados a entenderse.Y no parece que tengan muchas ganas de ello.

    Mitt Romney ha perdido las elecciones, entre otras cosas por oir los cantos de sirena de los radicales y pensar que aquello lo podía arreglar él en dos patadas. La gente no se ha fiado de él y él ha sido el primero en desearle a Obama buena suerte y prestarle su ayuda. Aquí,  muertos antes de prestarle ayuda al enemigo, por las mismas razones por las que no reconocemos un penalty en el área propia de nuestro equipo o por las mismas con las que le propinamos una patada a la máquina tragaperras del bar cuando no canta a nuestro gusto. Porque no sabemos perder, porque nos creímos en otro tiempo de bonanza que sólo podíamos ser ganadores y que perder, aunque sea al tres en raya, es una deshonra.

    Ya va siendo hora que enseñemos a perder a nuestros críos, porque los años venideros van a ser más de pérdidas que de ganancias, porque ganar a todas horas y en todos los frentes es un espejismo y porque si no se acostumbran, van a ser unos desgraciados y debe quedarles claro que lo único que no hay que perder es la vida...Cosa que algunos han perdido en las últimas semanas y ni siquiera por eso motivo los cazurros que nos gobiernan dan su brazo a torcer ni ceden medio palmo de terreno.

   El título de esta entrada no es mío sino de una novela así llamada del escritor colombiano Santiago Gamboa, excelente, léansela. Y ahora que me acuerdo... no tenía yo que hablar de Paquirrín?
   

domingo, 11 de noviembre de 2012

No era esta la semana

        Esta era la semana para hablar de Obama, pero no lo voy a hacer porque ya está todo dicho y porque basta con confesar que yo, como media humanidad, hemos dado un suspiro de alivio la madrugada del miércoles al saber que este señor, que puede haber decepcionado a muchos y no ser tan negro como prometía, pero en cualquier caso mejor que un millonario raro (palabras de mi vecina) con las canas teñidas, seguirá al mando de la primera potencia mundial y lo que es aún más tranquilizador: al mando del ejército más poderoso del planeta.



    Esta era la semana para hablar de Artur Mas, de Cataluña, de lo nerviosos que está poniendo a todos (dentro y fuera de la España plural) aunque bien pensado, todas las semanas son las semanas de Artur Mas, que sin despeinar su bien atusado tupé, le lanza torpedos a la línea de flotación del gobierno sin prisa y sin pausa. Pero me da pereza hablar de Artur Mas en particular y del nacionalismo en general, y si siguen leyendo unas cuantas líneas más abajo verán por qué.

    En un registro más frívolo era la semana para hablar de la venida al mundo de Paquirrín segundo de España, pero como Paquirrín Primero me puede, paso. 

    Iba yo a propinarles una bonita entrada sobre el otoño, que por estas latitudes está a punto de convertirse en invierno, y de unos árboles de hojas rojísimas que hay a dos manzanas de mi casa (no me pregunten de qué especie son) y que paso a visitar mañana, tarde y noche porque me parecen un milagro de la naturaleza que en pocos días y al primer soplo de viento del norte se van a quedar como el árbol del ahorcado. Ya es raro que yo le encuentre cierta poesía a todo lo que se produce a menos de 20° , pero ésto de los colores del otoño aún me sigue maravillando.

   No va a ser tampoco ésta la semana de la poesía otoñal, porque el viernes una mujer se ha suicidado en Vizcaya. Una mujer a la que todos los que leemos la prensa cada día hemos visto en portada: rubia, con grandes gafas de sol y el rostro risueño, apoyada su cabeza en el hombro del marido, disfrutando de un sol de primavera, y probablemente de una caña con pincho en la terraza de un bar. Pongan "Amaia Egaña" en sus buscadores de Google, esta foto es lo primero que sale. Una mujer sin bemoles, trabajadora, deudora de una hipoteca, casada y con un hijo, comprometida en política (fue concejal) sin pleitos con nadie pero con una deuda pendiente con la Caixa (pongamos nombre y apellido a los asesinos) que ha podido con su vida. Quizás tuviera otros problemas, quizás hubiera otras causas añadidas, pero la buena señora ha  dejado abierta la puerta de la calle para que los agentes judiciales que venían a ejecutar la orden de desahucio asistieran a su muerte en directo sin tener que llamar al timbre. Quién sabe si había otras razones, el banco le ha dado el empujoncito final para tirarse por un balcón que malditas ganas tendría ella de hacerlo. Y para recordatorio, la prensa nos deja su foto, para no olvidarla, aquel día cuando tomaba el sol en una terraza con su marido.

    Dos suicidios ya en quince días, una ley hipotecaria más vieja que la perra chica y los jueces dando la cara que los políticos, demasiado ocupados en entenderse con los banqueros, no son capaces de dar. Por cierto, para los que piensan que Europa no sirve para nada y que los eurócratas son una casta de funcionarios vagos y enriquecidos, les hago saber que hay una Directiva europea, la 93/13, gracias a la cual a  partir de ahora, muchos desahucios van a poder paralizarse si se demuestra que las hipotecas contraídas contienen clausulas abusivas (el 90 %). Quien ha sacado ésto adelante y lo ha llevado al tribunal superior de Luxemburgo no es ningún diputado nacional ni siquiera eurodiputado; es un señor marroquí llamado Mohamed Aziz y vive en Martorell (Barcelona): para que luego nos pensemos que los inmigrantes no sirven más que para delinquir...

    Hay días en los que me acuerdo de la mala leche que se me ponía cuando tenía una úlcera de estómago y ya sin úlcera tengo sensaciones parecidas. Hay semanas en las que pasan cosas en el mundo pero toca escribir de lo que pasa en el portal de al lado de casa. Hay personas que mueren porque no superan la idea de perder su casa y verse perseguidos por la justicia, y cualquier sociedad moderna y civilizada no debería  consentirlo. Hay ladrones de guante blanco y vulgares chorizos, los bancos pertenecen al segundo grupo. Quizás la próxima semana acabe hablando de Paquirrín, a ver si con ello se me pasan los negros pensamientos que hoy cruzan mi frente...

  

martes, 6 de noviembre de 2012

Viva la muerte

    Con esta bonita frase que da título a la entrada de hoy, arengaba el General Millán Astray (un loco desquiciado)  a sus tropas de legionarios en el '36, a esos que a pesar de los años que han pasado y de lo mucho que ha cambiado la Legión y sus circunstancias se siguen llamando a sí mismos "novios de la muerte". Sin palabras.

    La muerte, esa innombrable cada vez más banalizada y menos respetada, que ha pasado de ser la palabra que enmudecía las conversaciones a ser objeto de bromas, de fiestas temáticas, trasunto cinematográfico sin fin y por desgracia protagonista de nuestra realidad sin que le hagamos mucho caso. En algunas ocasiones, la muerte ya se sabe que acecha en ciertas épocas del año detrás de una curva, en un lugar remoto del Kurdistán o en forma de bomba lapa; en otras, como el pasado fin de semana en Madrid, la muerte se lleva por delante de la manera más tonta posible a cuatro jóvenes en el principio de lo que debía ser lo mejor de sus vidas. Morir aplastado bajo una muchedumbre entontecida por el alcohol de garrafa, el humo del porro y el retumbar de la música House es una muerte bastante poco poética...si es que la cosa puede tener algo de poesía en otras circusntancias.

    La muerte no es nueva, la falta de respeto con la que la tratamos sí. Ir al cementerio el 1 de noviembre puede ser una bonita tradición y hasta un instructivo paseo por lugares cargados de historia. Organizar una fiesta para celebrar los muertos vivientes aprovechando la fecha puede acabar como ya hemos visto. Comprar buñuelos, huesos de santo y Panellets (respetemos el hecho diferencial catalán, sobre todo cuando es dulce) da de comer al pequeño comercio y nos alegra el postre, pero repartir caramelos disfrazados de espantapájaros por las puertas de las casas es una mamarrachada de importación. Para decorar una calabaza hay que ser norteamericano, para pintar calaveras y cantarles rancheras hay que haber nacido en Méjico; nosotros deberíamos contentarnos con poner flores en las tumbas, y sacarles brillo a lápidas y panteones, pero como somos unos papanatas queremos hacer las mismas cosas que en las películas...y a veces pagamos con la vida.

    La muerte en muy contadas ocasiones es un alivio y en casi todas un fastidio. Todo lo que la rodea es triste y da miedo, y quien le tiene cierto respeto no la nombra en vano. Hace unos años, un sacerdote amigo me contaba que después de haber asistido a cientos de enfermos y haberles dado a muchos de ellos  la extrema unción, se preguntaba qué tendría el más allá que nadie quería probarlo y, qué tendría la vida terrena que todo el mundo se aferraba a ella. Y eso lo cuenta un sacerdote, cuando la Iglesia Católica es una de las que a mi juicio le ha encontrado un mayor consuelo al hecho de morirse...Que a mi juicio no tiene consuelo ninguno.

    No me gustan las películas de miedo porque dan miedo, precisamente; no voy a los cementerios más que a los de ciudades donde se que no conozco a nadie; odio las calaveras, los zombis y la idea de los muertos vivientes y fantasmas; las sesiones de espiritismo me ponen los pelos de punta y los videntes, curanderos y comunicadores con el más allá me merecen la misma confianza que ponerme delante de un encierro de San Fermín. Según los entendidos, todas estas aversiones mías al asunto muerte no son más que una manera de aferrarse a la vida. Quizás yo esté equivocada pero vivir se trata de eso, o no? Buenas noches.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Cuarentones y cuarentonas. Modo de empleo.

    El País Semanal nos ha dedicado un extenso reportaje a los de mi quinta el domingo pasado, con cosas en las que estoy de acuerdo y otras tantas en  las que no, y con el detalle de sacar fotos de cuarentones anónimos para que cuenten sus miserias, en vez de sacar a Alejandro Sanz y Maribel Verdú, por poner dos ejemplos de cuadragenarios ilustres. Me gusta el análisis frío y un tanto cruel que hacen estos seres anónimos de nuestra realidad: "temía que llegara la presbicia y aquí la tengo", "a esta edad es más difícil contarse mentiras a una misma", "esto es el paso del Ecuador de la vida" etc. Y digo que me gusta porque cuando el Hola y afines sacan a cuarentonas estupendas en sus portadas éstas aseguran todas que se encuentran en el mejor momento de sus vidas, que adoran su cuerpo (convenientemente recauchutado) y que nunca habían disfrutado tanto como a esta edad. 

    Los cuarentones profesionales sabemos muy bien que de todo eso, nada. Para llegar a este Ecuador de la vida más o menos en buena forma y con la cabeza bien amueblada hay que haberse cortado de muchas cosas en nuestra loca juventud: no haber fumado (en su amplio sentido) haber tomado pocas copas, haber hecho mucho deporte, mucha vida al aire libre, un buen psicoanálisis a tiempo, comida sana, poca carne y mucha meditación oriental. Y mira por donde, todas estas cosas son las que empezamos a hacer casi todos una vez bien cumplidos los cuarenta y quizás después de algún susto de salud y de haberle visto las orejas al lobo. 

    Hablo por experiencia propia pero me consta que muchos de mis coetáneos andan igual que yo. Es al cumplir cuarenta cuando hemos decidido dejar de tomar café a todas horas, bajar la dosis de nicotina e incluso eliminarla, comprarnos unas zapatillas de deporte y echar a correr por las calles, practicar varias dietas sin éxito hasta llegar a la conclusión de que la única manera de no engordar es comer menos, y vestirnos de colores más alegres que nos hagan parecer más osados y juveniles; esto es lo que vulgarmente se conoce como una huida hacia adelante!

    Es a partir de los cuarenta cuando tomamos resoluciones tardías que deberíamos haber tomado diez años antes, y es a partir de esta adorable década prodigiosa cuando comenzamos a verle, insisto en la expresión, las orejas al lobo, y cada cual pone el parche que puede. Yo ya decidí hace unos años que no quería verme el pelo blanco ni dejar de ponerme vaqueros de una talla que no me hagan parecer una morcilla de Burgos; todos mis esfuerzos rejuvenecedores se van en ello, las patas de gallo, las ojeras, la presbicia y otros achaques de la edad los voy soportando como puedo. Porque los achaques existen, están ahí y te recuerdan permanentemente que envejecer es una triste gracia...que nos llega a todos y a todos nos fastidia. Y quien diga que no, miente. Y yo aquí haciendo una lista de las cuitas de los cuarentones cuando, a la que me distraiga, estaré escribiendo sobre las miserias de los ciencuentones y de paso, tendré que cambiarle el subtítulo a este blog...