miércoles, 29 de octubre de 2014

El arte de comer

    Hay países donde comer es un mero trámite, necesario para vivir, como Inglaterra, o incluso un trámite molesto y caro, porque se gasta dinero y después hay que limpiar, como en Holanda. Hay países donde comer consiste en comprar mucha comida y tirar lo que sobra, como en USA, o países donde comer es un acto social, como en España o en Portugal. Hay países donde se cocina muy bien, pero luego se come regular, como en Francia. Hay países como Alemania o Argentina donde comer consiste en decidir qué trozo de carne guisamos hoy, mientras que en otros, por desgracia, comer es un desafío porque no hay ni un maldito trozo de carne que echar a la cazuela. Y de todos los países que conozco, que son unos cuantos, sólo hay dos donde comer sea un arte: Perú e Italia. Mis lectores más viajeros y conocedores de más países quizás puedan añadir alguno más a la lista, pero en el arte de comer (que no de engullir) no hay nada comparable  a estos dos. 

   Que en qué consiste el arte de comer? Pues en escoger las mejores verduras en cada momento del año, en no llenar los platos hasta el borde pretendiendo que lo mucho es igual a lo bueno, en creer en sus propios productos y no engañar con memeces de la fusión y sobre todo de la fusión japonesa, en estar seguros de que un simple plato de pasta basta para subir al séptimo cielo, en creer en la Santísima Trinidad del tomate, el aceite de oliva y el buen vino. El arte de comer es enseñar a los niños que el MacDo es una porquería con todas sus letras, y recordar a los mayores que sentarse para comer no sólo ayuda a digerir sino que además es bueno para el espíritu. El arte de comer pasa por no quemar el café, no echarle nata a los helados ni queso parmesano a los platos con pescado; el arte de comer es saber que con tres cosas se pueden hacer platos sublimes como una auténtica pizza Margherita o un rissotto a la milanesa, sin necesidad de esferificar, emulsionar y sobre todo, sin añadir una decoración a base de crema de vinagre balsámico. Se lo digo como lo pienso, a estos italianos sólo les aventajamos en el arte de curar jamones y en la invención de los churros y el gazpacho, por lo demás, por muchas estrellas Michelín que nos den los críticos, el italiano medio come mucho mejor, y por bastante menos dinero que el españolito de a pie. Y llevo cuatro días en Roma comprobándolo.

    Hoy, paseando por el Trastevere he visto miles de restaurantes, claro, y en uno de ellos, un cartel que decía "aquí estamos contra la guerra y contra el menú turístico" , toda una declaración de principios! Y en el restaurante donde he comido a mediodía, me ha costado Dios y ayuda convencer al camarero de que me alargara con agua el café porque sino me sienta mal; "y ahora me lo pedirá con leche, no?" , añadió el ofendido camarero.Ustedes lo llamarán impertinencia, pero cierto es que para instruir a los incultos, nuestros ancianos maestros usaban esta impertinencia sin medida, con buenos resultados en muchos casos. Los pueblos que comen bien son menos bárbaros y cometen menos atrocidades, aunque es verdad que este pueblo que cultiva el arte de comer, también inventó la Mafia y acoge el Vaticano...nadie es perfecto.

martes, 28 de octubre de 2014

Roma, città aperta.

    Roma es una ciudad bellísima. Ya sé que ustedes lo saben, pero yo insisto, por si acaso. La vida me ha premiado con dos visitas a Italia en poco más de un mes, así que a mis lectores les cae la oportuna reseña, que esta vez es más placentera (estoy de vacaciones) que la anterior, y además, Roma es más bonita y más variada que Milan, más caotica y menos obsesionada con la moda; tiene más monumentos y menos tiendas de a millón, se come mejor y en ella no reina Berlusconi. Sé que los milaneses me van a retirar el saludo, pero una tiene su corazoncito.

    Sólo tiene un defecto Roma: está plagada de turistas, y más en esta semana de vacaciones escolares en media Europa; y mi familia y yo somos parte de esa horda invasora, así que debería callarme, quizás. Pero no me callo, porque a pesar de todo, me cuesta identificarme con esas plagas de Egipto (en este caso más bien de alemanes, franceses y chinos  por este orden) que hacen colas interminables en las puertas del Coliseo, que comen bocadillos sentados en las piedras del foro y no siempre recogen los papeles, que se atascan delante de la loba capitolina durante media hora porque tienen que escuchar toda la explicación de la audioguía y sobre todo, que se hacen un selfie (autorretrato me parece hasta demasiado fino para ellos) en cada esquina de cada calle. Lo siento, pero a pesar de todo lo que viajo y de todo lo que me gusta ver mundo, me cuesta contabilizarme como una más en ese grupo de gente bárbara a quien sólo le interesa ver el Capitolio para decir, y sobre todo para enseñar vía redes sociales que estuvo allí; una más de las que le hace una foto al plato de pasta para demostrar lo bien que está comiendo y la última: uno de esos que se compran un palito donde colocar su teléfono que fotografía y se hacen los dichosos selfies con vista panorámica, y según la longitud del palito, con vista aérea, casi. 

    Justo antes de venir a Roma, releí los viajes por Italia de Stendhal, donde contaba sus temores de pasear por el Foro al atardecer cuando no había nadie, o como empujaba la puerta de ciertas iglesias para entrar en ellas...Si Stendhal ve las masas humanas que yo he visto hoy atravesando el Foro, habría  muerto no de su propio síndrome, que debe ser hasta una muerte dulce, sino de un fallo multiorgánico. Con decirles que ni siquiera se puede tomar un helado en la mítica Giolitti sin hacer media hora de cola...menos mal que una tiene amigos en todas partes que te cuentan lo que no cuentan las guías, y te enseñan que justo al lado de tu hotel estos italianos, heladeros diabólicos, hacen un helado de castañas y otro de albahaca con nueces que son como para volver a creer en 
los milagros. No les digo dónde, no sea que mañana vaya  y me encuentre la cola formada!  Ahora bien, como soy turista solidaria, estaré encantada de proporcionarles la información por mensaje privado. Buona notte!

sábado, 25 de octubre de 2014

La música amansa a las fieras

    Muchas veces sé lo que quiero contar, pero no sé cómo traerlo a colación, problema común, supongo, entre los que nos metemos a escritores sin tener talento literario. Entonces, echo mano de mi fantástica memoria (es la única cualidad de la cual presumo) para contar una anécdota que me permita  soltar lo que me conviene. Allá va la de hoy. 

    Hace años, cuando George Clooney hacía de segundón en las series de televisión, todas estábamos enamoradas de Hugh Grant, que además de guapo, bien vestido y ser un actor decente, era licenciado por Oxford y cuando hablaba, demostraba tener cierta materia gris. En 1995, momento álgido de su carrera,  le pillaron en una calle de Hollywood  dentro de un coche,  en una postura no muy decorosa con una prostituta. Tras aparecer su foto de convicto y confeso en todos los periódicos del mundo mundial, Jay Leno le invitó a su show televisivo y lo primero que le preguntó fue si tenía algún problema psicológico o si frecuentaba los psicoanalistas en sus ratos libres, como tantos otros actores famosos. El bueno de Hugh sólo respondió: "no creo tener  ningún problema  por practicar el sexo oral, y cuando tengo un rato libre, me dedico a leer novelas". Ahí quedo eso.

    Hace unos días, me llegó un mensaje personalizado invitándome a participar en un seminario para "potenciar mis cualidades y todo aquello que desconozco de mí y que me impide crecer como persona" (sic). La cosa es un invento americano que se llama "Firewalking", y consiste, literalmente, en caminar sobre brasas encendidas (entre otros muchos sufrimientos masocas) que es algo que creo que hacen en un pueblo de Soria llamado San Pedro Manrique desde tiempos inmemoriales y no se dan tanto pisto por ello. La invitación venía acompañada, como es lógico, por varios testimonios de los asistentes, encantados de haber superado sus problemas y angustias quemándose los pies; mejor para ellos. 

    Yo acabo de pasar una semana agitada, con mucho frentes abiertos a sumar a la propia agitación que habita en mí desde que nací, y un poco de gastritis otoñal, que debe ser también consecuencia de todo lo anterior. Hoy estoy como un trapo y machacada, y estaría aún peor si no fuera porque he releído los "Viajes por Italia" de Stendhal, que me regaló mi marido hace años y que he apreciado ahora como no pude apreciar entonces por falta de francés suficiente para hacerle frente a un clásico. Y he escuchado mucha música en vivo. El martes en versión clásica, una orquesta cualquiera de esas de los países nórdicos tocando a Wagner y a  Richard Strauss. Contrariamente a Woody Allen, al terminar el concierto no tenía ganas de invadir Polonia sino de irme a dormir y a soñar con los angelitos, como de verdad ocurrió.  El miércoles, escuchando a uno de mis grupos favoritos, Pink Martini, esa orquesta de jazz que todos querríamos tener en casa para que nos tocaran algo en nuestra fiesta de cumpleaños. Andan de gira por Europa, vayan a verlos si pasan por su ciudad, son un bálsamo para el espíritu, además de unos excelentes músicos. Les dejo una muestra:

    Si no hubiera sido por la música y los libros, al acabar esta semana quizás hasta me hubiera pensado lo de caminar sobre las brasas, pero a Dios gracias (o a quien corresponda) por ahora mis ánimos se calman de esa manera, sin necesidad de quemarme los pies! Porque la música amansa a las fieras, no sólo a las del zoológico.

domingo, 19 de octubre de 2014

La peste

   Creo que voy a leer de nuevo "La peste" de Camus,  lectura que se impone con los tiempos que estamos atravesando, aunque nunca está de más releer (e incluso leeer por primera vez) a Camus. No me digan que no es pertinente releer esa historia de una plaga de cólera en la ciudad argelina de Oran en los años '40, de la triste condición humana frente al absurdo, la solidaridad de los médicos con sus enfermos, la falta de libertad de los ciudadanos para moverse por culpa de la enfermedad, la escenificación del miedo, de la angustia y de la idea de morir en soledad. Les suena? Todos a leer a Camus, entonces. 

    Porque aquí sólo nos acordamos de las pestes varias cuando dejan de ser una enfermedad de pobres, o de negros y pobres (que suelen ser dos factores combinados) y salen de sus remotos rincones africanos para aparecer a las puertas de nuestras casas. Entonces, de repente, la investigación da un salto adelante y aparecen  tratamientos, profilaxis, instrucciones y protocolos y vacunas de patente millonaria que harán rico a más de un accionista y nos dejarán la conciencia en paz hasta la siguiente peste. Tiempos recios éstos, que diría Santa Teresa, esa señora atrevida para su época, inteligente y luchadora,  de la que celebramos el año próximo el quinto centenario de su nacimiento. También es una buena ocasión para releerla, y se lo digo en serio, sin ironía ninguna. Comiencen con el "Libro de la vida", que como autobiografía de una monja, no tiene desperdicio.

    Y qué casualidad que Teresa es el nombre de esa mujer acosada por la penúltima de las pestes modernas. Recuerdan? esa señora que vive aislada en una habitación de hospital por culpa de hacer su trabajo. Trabajo al cual se presentó voluntaria. Trabajo peligroso para el que sus superiores no la habían formado ni le habían dado los instrumentos necesarios para ejercitarlo. Esos mismos superiores que después la llamaron mentirosa y le acusaron de ir a la peluquería con unas décimas de fiebre; los mismos que no se ponían al teléfono cuando ella llamaba para comunicar esas décimas que probablemente le estaban quitando el sueño. 

    Esa mujer se llama Teresa, que debe ser un nombre que imprime coraje, tanto como el que deben tener esos otros señores y señoras que la cuidan en su habitacíón a pesar de que les han bajado el sueldo y les han doblado las guardias, y a pesar de que a sus hijos les hacen la vida imposible en los colegios porque saben que son los hijos de los enfermeros de la peste. Léanse a Camus, por favor! Esa mujer que no puede ver la luz del día que tanta falta  le hace para curarse, porque si le levantan las persianas los fotógrafos la sacan en la  portada de los periódicos. Esa mujer que va a salir de ésta con una casa desinfectada con lejía y un perro sacrificado del que las redes sociales se acuerdan más que de ella misma.

    Esta mañana iba yo correteando por el bosque para olvidarme de que envejezco y en mi iPod sonaban  unos versos cantados por Mercedes Sosa que me gustaría que alguien le soplara al oído a Teresa,  la dama de hierro del Carlos III:

Tantas veces me mataron, 
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí, resucitando. 
Gracias doy a la desgracia, 
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal, 
y seguí cantando.

   

   Y decía Albert Camus  por boca de  uno de los médicos protagonistas de "La Peste", que "en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio". A veces me cuesta creerlo.

viernes, 17 de octubre de 2014

Blanca y radiante

    Una canción antigua, cursi y ni siquiera bonita para empezar:




   Y todo porque mañana se casa una amiga mía en Bilbao, porque los de Bilbao se casan donde les da la gana (sobre todo si son de allí!) y además lo hace con un casi paisano mío, lo cual es una garantía, porque los de mi tierra, aunque esté feo que yo lo diga, somos personas templadas, de buen conformar, costumbres austeras, verbo mordaz y sobre todo, deseosas de procurar felicidad a nuestros semejantes. Ya ven ustedes, yo no soy de Bilbao, pero si me lo propongo,  casi, casi.

    Parecía que ya se me había pasado la edad  de ir a bodas  y bautizos, aunque no se fien de mis lamentos de vejez, que a estas alturas ya ven que ando casando amigas y es más, visitando bebés, que es todavía más inverosímil! Será que tengo amigos y amigas demasiado jóvenes para mí? me lo haré mirar.  A esta boda no voy a ir porque no estoy invitada, lo cual agradezco profundamente porque me revientan los festejos, y no por ello deja la blanca y radiante novia de ser mi amiga, una persona muy querida porque además es una excelente compañera de trabajo y una bellísima persona; a quien aprendí a querer y conocer hace años cuando nos tocó atravesar la estepa polaca  en un destartalado autobús de la época de Walesa sindicalista; por razones laborales, como siempre, no se piensen que íbamos de peregrinación a ningún santuario mariano. Y a quien he seguido queriendo y estando eternamente agradecida por ponerme de nuevo a correr después de muchos años de tener las zapatillas colgadas.

   No deja de llamarme la atención el fenómeno boda, que para muchos de nosotros se sitúa en el Pleistoceno de nuestras vidas (excepto para aquellos que son aficionados y aficionadas y quieren emular a Liz Taylor) y que apenas le ocurre a alguien cercano nos remueve muchos sentimientos y muchos recuerdos; casi todos buenos me atrevería a decir. Aunque habrá quien me diga que hable por mí...pues sí, recuerdo el día de mi boda como si fuera ayer, y sobre todo, lo mejor es eso: que me parezca que fue ayer!

    No quisiera ser mañana, querida amiga ni tu página Facebook, ni tu Whatsapp ni tu mensajería del teléfono; yo por suerte me casé en una época en la que la gente ausente mandaba flores y telegramas, donde todo el mundo ponía lo mismo. Quisiera darte un abrazo gordo y decirte que te diviertas en ese día, en el que vas a comer de miedo porque para eso estás en Bilbao, y porque la hija de una señora que me ha dado la receta infalible de las patatas a la Riojana no puede casarse comiendo mal. No te voy a decir que seas feliz porque me consta que ya lo eres y que cultivas el arte de la felicidad, que es un don que no le viene dado a cualquiera. Y además, hace unos días, siempre en ese lugar de trabajo en el que oigo cosas tan apasionantes y en el que a veces me trago tales bodrios, a cuento de la lucha contra el islamismo radical,escuché una frase que me gustó y creo que nos sirve a todos: "hay que ser felices y procurar que un alto porcentaje de seres humanos lo sean; las personas felices no matan por muchas armas y posibilidades tengan a mano". Tan certera la frase como cierto el contenido.

   Y tú, mi querida Elvira, a ser feliz siempre, no sólo mañana y dentro de unos meses. Tuya, esta que lo es, tu amiga la bloguera.

martes, 14 de octubre de 2014

Homilía

    Cuando los humanos no vivíamos permanentemente enganchados a las pantallas, ni éstas llenaban el vacío que el aburrimiento provocaba de vez en cuando en nuestras vidas, había situaciones que nos ayudaban  a soñar, horas del día en las que la mente se quedaba en blanco sin tener que apuntarse para ello a un curso de yoga. Esas horas (e incluso a veces medias horas) en los que no había absolutamente nada que hacer, ni que ver, ni que hablar, han hecho de muchos de nosotros seres imaginativos y quizás menos aterrorizados ante cosas tan normales como la soledad, el lento discurrir del tiempo, o simplemente un apagón eléctrico, algo que aterra especialmente a nuestros hijos si no tienen su móvil a mano, o en su defecto, una televisión.

   Creo que ya he contado que cuando mis mayores dormían la siesta y yo ya me había leído todas las aventuras de "Los Cinco" dos veces, imaginaba todo tipo de viajes por el mundo y hasta me hacía entrevistas a mí misma. Otra situación ideal para dejar volar la imaginación eran las muchas misas dominicales a las que asistíamos por prescripción parental y sin posibilidad de escape. Aquellas misas  donde todo duraba una eternidad y en las homilías los curas se ponían las botas de preguntarle a Dios nuestro Señor el porqué de todas las miserias habidas y por haber. "Por qué oh Señor"...esta era la fórmula introductoria que servía para regañar al personal hasta por gastar demasiado en cremas solares tanto como para lamentarse a grito pelado de nuestra miserable existencia de mortales. En el fondo ahora envidio un poco a esos curas que disponían de un púlpito, y una iglesia llena de oyentes dispuestos a oir sus quejas; ahora hemos inventado un montón de cacharros electrónicos que sirven para mil cosas, pero lo de quejarse en público, sin que nadie te replique, y  la cantidad de adrenalina que se descarga con ello, ha sido privilegio del clero y no hemos inventado nada que se le parezca. 

    Yo me conformo con este blog, y eso que aquí hasta pueden contestarme, pero allà voy. Por qué, oh Señor, llegada hasta este punto en el cual ya he hecho todo tipo de exámenes, tesis y oposiciones, tengo que dejarme mis escasa neuronas intentando resolver una raiz cuadrada? Por qué (el "oh Señor" se lo ahorro)  después de la alegría del verano, y de ese momento mágico en el que los árboles se ponen rojos (ahora mismo) tiene que venir el insoportable invierno? Por qué los seres humanos que trabajan en las altas esferas bancarias son incapaces de vivir de su sueldo y siempre tiene que estar buscando la manera de meter la mano en la caja y además creen que jamás serán descubiertos? Por qué los aviones tiene que sobrevolar mi casa cada día precisamente a las seis de la mañana? Es que  no hay más cielo en este continente que el que tengo sobre mi tejado? Por qué mi cintura no adelgaza al mismo ritmo que se desgasta la suela de las zapatillas con las que salgo a correr? No son acaso estas dos, magnitudes directamente proporcionales? Por qué de todos los calcetines que salen de la lavadora siempre hay uno al que le falta un par? Si yo pudiera lanzar todas estas preguntas al aire ante una audiencia adormecida por mis palabras y deseosa de que la cosa se acabe para irse a tomar el vermut, me sentiría bastante más aliviada que escribiéndolas en esta pantalla que encima me está haciendo extraños. Ven ustedes la suerte que tenían los curas de hace años?

    Por cierto, el cura de las preguntas sin límite de las homilías de mi infancia está ya jubilado y apartado de los sacramentos por sus superiores, pues desde hace unos meses hay una denuncia en los juzgados de mi ciudad contra él por presuntos abusos a menores; denuncia primera que ha desencadenado otras varias ...Parece que preguntar en voz alta no descarga tanta adrenalina como yo me imagino. Buenas noches.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Guerra bacteriológica

    Ya está! Lo conseguimos! Por fin dejarán de hablar de nosotros como de ese país donde la gente canta y baila hasta altas horas de la madrugada y encima tienen millones de parados; por fin saldremos del cajón oscuro de la historia, de ese que ya nos sacó Jose Marí (Ansar) cuando fuimos de excursión a Irak, y al que volvimos porque el de la ceja no se levantaba al paso de la bandera americana. Por fin tendremos un lugar en las noticias de todo el mundo, en las portadas de los diarios y en los blogs y tweets de todo hijo de vecino, sin necesidad de tener que ganar un mundial de fútbol o que Nadal se esfuerze lo más mínimo.

    Ha llegado nuestra hora, ya tenemos algo de lo que enorgullecernos como pueblo o como nación de naciones (según incluyamos a Artur Mas y sus votantes o no); ya podemos decir que valemos para algo más que para importar turistas, sacarles los cuartos y devolverlos cantando la Macarena a sus países de origen. Ahora sí podemos mirar frente a frente, o incluso por encima de la frente a los poderosos y prestamistas del mundo entero, con Angela Merkel en primera línea; ahora sí que hemos dado un paso adelante en la historia de la humanidad doliente y además sin vuelta atrás. 

    Señoras y señores, españoles todos, hemos conseguido lo que ni la Jihad Islámica, la ETA y los Testigos de Jehová hubieran conseguido de haber actuado juntos, y además, por la puerta grande (del aeropuerto) retransmitido en directo por la televisión y con el aplauso de la opinión pública hasta que se torció la cosa: hemos metido al Ebola en Europa! Siiiii! Y lo hemos hecho nosotros solos, sin ayuda de nadie, como pueblo echado para adelante  que somos, con nuestras personalidades (que decía la difunta Lola Flores) y con nuestra peculiar manera de ser: una chapuza para todos y todos pringados por la misma chapuza. 

    Dice el presidente del gobierno que ve como unos hilillos virales que salen por las puertas de dos hospitales de Madrid, y dice su ministra bronceada que ahora que ya ha conseguido que se olviden de ella (y del exmarido) los que la acusaban de quedarse con un pastón y tener un Jaguar aparcado en casa sin saberlo, que ahora, precisamente, no va a dimitir por un quítame allá esas décimas de fiebre. Dice la enfermera de todo lo que se le ocurre, ahora que se tocó la cara, después que la culpa fue del traje; dice el marido que no le maten al perro, y el perro no dice nada porque a la hora que esto escribo, al perro ya se lo han cargado; dice el consejero de sanidad que la enfermera es una mentirosa y dicen las redes sociales "salvemos al perro" pero nadie se ofrece a guardarlo en su casa y arriesgarse a que te de un lengüetazo. 

   Y digo yo, se pueden hacer las cosas peor? Seguramente sí, pero mejor no dar ideas, porque entonces, acabaremos teniendo que cerrar las fronteras y yo teniendo que aprender a fabricarme los churros en casa. España, si sigue así, no sólo será un país de parados, aeropuertos para liebres y ladrillo sin vender, será también un país peligroso, de donde te puedes venir con un bichejo en la sangre cosa que tiene bastante poca gracia. Y una reflexión final: si a San Francisco Javier lo enterraron en China, y al Padre Damián, infectado de lepra lo dejaron morir en Molokai  junto a los enfermos que cuidaba, me temo que el padre Parejo y el padre García Viejo nunca pidieron que los trajeran aquí a esparcir miasmas por la vieja Europa.Yo seré muy agnóstica y descreída, pero en la bondad de los misioneros sí creo, miren ustedes por donde! Fueron muchos años con las huchas del Domund pidiendo por las calles, y eso marca...

domingo, 5 de octubre de 2014

Para reir o llorar

    Que soy adicta al cine ya lo he dicho por activa y por pasiva, es más, todo lo que no he aprendido en la vida de los libros, me lo han enseñado las películas. Que dentro de mi adicción, Woody Allen es protagonista principal creo que también lo he contado en estas líneas. Yo a Woody Allen se lo perdono todo; sus pecados veniales, que son cinematográficos  e incluso los capitales, que son varios, y algunos muy feos y del dominio público, pero como no los ha llevado a la pantalla ni se ha aprovechado de ello para ser famoso, por mi parte, pelillos a la mar. 

    Pero no voy a hablar de Woody Allen, aunque la idea para estas líneas de hoy me la ha dado una de sus películas, concretamente una de las malas: "Melinda y Melinda", aquella que comenzaba con una señora que presentaba en una cena a la que no la habían invitado y el astuto cineasta escribía dos tramas paralelas, una en clave de humor y otra completamente trágica. A pesar de la habilidad de Woody la película no le salió redonda y forma parte del paquete de  las prescindibles. Pero atinó el guionista, que no es otro que él mismo en una cosa: cada acontecimiento de la realidad, tiene casi siempre dos lecturas, una trágica y otra cómica. 

    Si repaso las noticias de esta semana, la cosa es más que aplicable. Se casó George Clooney el lunes:  si pienso en la cantidad de mujeres (servidora incluida) que sueñan con un tipo con sus hechuras, la cosa es más bien un drama. Si nos fijamos en la boda gitana que se montó, con juerga incluida con sus amigos machotes ,esos que me da que pronto volverán a tenerlo entre ellos, y en esa novia con pretensiones de dama de altos vuelos profesionales pero que en cada foto miraba al mundo diciendo "soy yo la que lo cacé", entonces estamos ante una de las mejores comedias de los últimos meses.

   Mi paisano el Marqués seleccionador ha llamado a Piqué para que juegue el próximo partido oficial de La Roja (antes la Selección). El apocalipsis de la Biblia se  queda corto al lado de las invectivas que me han llegado vía Facebook contra Mister Shakira, por aquello de que está a favor de la Consulta y de todo lo que venga detrás, eso es para reir, la verdad. Pero también para llorar, porque el bueno de Del Bosque cumple con su trabajo, que es seleccionar jugadores con criterios deportivos, y el pavo de Piqué, debería ser él el que decida no jugar; si no lo hace ya sacaremos los demás, que somos más o menos inteligentes, nuestras propias conclusiones. 

    Dice la UE en sus estadísticas que los profesores españoles han visto caer su sueldo desde que comenzó la crisis un 17%, los que más en Europa. Decididamente para llorar, pues además, el documento de Eurostat aporta otros interesantes datos, como que un profesor español tarda 39 años de docencia en llegar a su salario máximo mientras que en Turquía, país del que más de uno tendrá ganas de reirse, el mismo profesor tarda sólo 27 años en llegar a cobrar lo máximo permitido. Y aún nos entrarán ganas de reirnos con las burradas que ponen nuestros escolares en Youtube, de las que les incluyo un recordatorio, que creo que ya utilicé hace meses, pero que no deja de ponerme los pelos de punta cada vez que lo veo:

 
  Desde luego, pagando sueldos miserables a quienes instruyen y desbravan a estas bestias, no vamos a conseguir que el panorama mejore. Les permito que se hayan reído con el video, el resto es para llorar. 

    Y este fin de semana, he heredado unos zapatos de trekking que se le han quedado pequeños a mi retoño, qué risa! pero que desesperación al mismo tiempo de pensar que empiezo a ser pequeñaja a su lado. Y además, me he dedicado a esa terrible operación que todas las mujeres de mi quinta hacemos porque somos incapaces de terminar con ciertas costumbres heredadas de nuestras madres y abuelas: el temible cambio de armarios que tenemos que acometer todos los que, a diferencia de la Preysler y similares, no tenemos habitaciones y habitaciones destinadas a acoger nuestros vestidos. Me río de pensar que soy incapaz de no enfrentarme dos veces al año al traslado de ropas de un piso bajo a otro alto  del ropero con su correspondiente lavado y enfundado en plásticos y antipolillas;  pero lloro por dentro de pensar que lo que toca ahora es el invierno que detesto tanto o más que los bichos de plumas, los curas pedófilos y las películas de Bergman donde no hablan. Mis armarios están cambiados, y mañana, a vestirse de marrón y a empezar otra semana, para reir o para llorar?