jueves, 3 de agosto de 2017

Cádiz

    Son la nueve de la tarde, con la luz que me rodea no me atrevo a decir noche. Estoy sentada en un balcón mirando la playa de la Caleta, donde los gaditanos, y sobre todo las gaditanas, acuden a refrescarse al final de la jornada. Esta ciudad que me ha robado el corazón desde hace tres días no es sólo una ciudad, sino un estado de ánimo. El mío, gracias a ella, feliz, sereno y repuesto de sinsabores y agitaciones del pasado reciente. 

    Las señoras  mayores en corro juegan al bingo apostando un Euro por cartón, y dàndonos una lección de saber criar amistades a todos los practicantes de los grupos de Whatsapp. Viéndolas, con su buen color, su buen humor y sus ganas de hacer de cada número cantado una chirigota, me digo que envejecer en estas tierras amables del sur de España es un proyecto a tener en cuenta. No lejos de ellas, sus coetàneos masculinos ponen a caldo al último fichaje del Càdiz CF, que ni siquiera sé si está en primera divisón o en tercera Regional, aunque a estos señores les vaya la vida en ello. 

   Los niños que se llaman Kevin, Alba y Luna chapotean en el mismo lugar donde antes chapotearon las Vanessas e Ivanes y donde antes lo hicieron Pedros, Pablos y Dionisios y vírgenes del Rocio y de Regla entre alguna que otra Asunción; el aire de poniente trae un aroma conocido, de fritanga y boquerón, y por suerte no se escucha "despacito" por ningún altavoz.  El sol cae a la velocidad del Tai-Chi que practica otro grupo de viejos saludables al fondo de la playa. La vida se cuela por las rendijas de la Caleta, donde los gaditanos se la comen, se la beben y guardan los restos para el día siguiente. Cádiz no es una ciudad, es un chorro de vida con un color especial que ya quisiera la Sevilla postalera que cantan los del Río! 

   Cádiz es como esta canción que les dejo, en versión de la insuperable Pradera, porque me gusta más que la de Carlos Cano. A Antonio Burgos le han dedicado una calle los gaditanos por haberla escrito, yo le hubiera hasta dado el bastón de mando de la ciudad, porque no se puede describir mejor una ciudad en tres estrofas y media. Con ella les dejo: 


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